MLS LAW AND INTERNATIONAL POLITICS

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ISSN: 2952-248X

Cómo citar este artículo:

García Ramírez, R. F. & Rojo Gutiérrez, M. A. (2022). La crisis de 2007 en Estados Unidos ¿Desequilibrio entre oferta y demanda o crisis de rentabilidad? MLS Law and International Politics, 1(2), 109-125.

LA CRISIS DE 2007 EN ESTADOS UNIDOS ¿DESEQUILIBRIO ENTRE OFERTA Y DEMANDA O CRISIS DE RENTABILIDAD?

Roberto Fernando García Ramírez
Universidad Internacional Iberoamericana (México)
roberto.ramirez@unini.edu.mx · https://orcid.org/0000-0002-2638-7499
Marco Antonio Rojo Gutiérrez
Universidad Autónoma Metropolitana (México)
roberto.ramirez@unini.edu.mx · https://orcid.org/0000-0003-4862-8780

Fecha de recepción: 18/06/2022 / Fecha de revisión: 22/06/2022 Fecha de aceptación: 11/08/2022

Resumen. La crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19 y el actual anuncio de la Reserva Federal de una posible recesión frente a la inflación que se ha presentado en el último trimestre hace necesaria la discusión de la naturaleza de las crisis en términos de los ciclos de corto y largo plazo en la economía, sus características y principales consecuencias. La caracterización de la crisis de 2007 como una crisis de rentabilidad y como el fin de un ciclo de crecimiento económico de largo plazo, así como las particularidades socio-económicas que presenta abre paso a la posibilidad de formular políticas más eficientes y efectivas para enfrentar las crisis coyunturales ante las dificultades que presenta el agotamiento de un modelo de acumulación ligado a la globalización neoliberal. Por esta razón, el objetivo de esta investigación es encontrar las principales características de la crisis antes citada por medio de un estudio socio-histórico de corte descriptivo para el caso de Estados Unidos como principal centro económico mundial, y así, caracterizar el último ciclo de largo plazo del capitalismo. El planteamiento pretende ser integral por lo que se analiza el fenómeno desde las principales escuelas económicas, la neoclásica, neokeynesiana, keynesiana y marxista. El documento concluye con una serie de propuestas de política económica entorno a las características de la crisis y del modelo de acumulación del ciclo de crecimiento de largo plazo que comenzó a partir del establecimiento de las políticas neoliberales en detrimento de las políticas de corte keynesiano de la posguerra.

Palabras clave: Ciclo económico, crisis, políticas económicas coyunturales, políticas económicas estructurales


THE 2007 CRISIS IN THE UNITED STATES. IMBALANCE BETWEEN SUPPLY AND DEMAND OR PROFITABILITY CRISIS?

Summary. The economic crisis caused by the COVID-19 pandemic and the current announcement by the Federal Reserve of a possible recession in the face of inflation that has occurred in the last quarter makes it necessary to discuss the nature of crises in terms of cycles of short and long term in the economy, its characteristics and main consequences. The characterization of the 2007 crisis as a crisis of profitability and as the end of a cycle of long-term economic growth, as well as the socio-economic particularities that it presents, opens the way to the possibility of formulating more efficient and effective policies to face the conjunctural crises in the face of the difficulties presented by the exhaustion of an accumulation model linked to neoliberal globalization. For this reason, the objective of this research is to find the main characteristics of the aforementioned crisis through a descriptive socio-historical study for the case of the United States as the main world economic center, and thus, characterize the last cycle of long run of capitalism. The approach aims to be comprehensive, so the phenomenon is analyzed from the main economic schools, the neoclassical, neo-Keynesian, Keynesian and Marxist. The document concludes with a series of economic policy proposals around the characteristics of the crisis and the accumulation model of the long-term growth cycle that began with the establishment of neoliberal policies to the detriment of the Keynesian policies of the postwar period.

Keywords: Economic cycle, crisis, short-term economic policies, structural economic policies.


Introducción

El término crisis hace referencia al punto en el que cesa bruscamente la expansión económica, a una situación de agudo estancamiento o a una perturbación grave en el sistema económico o de un sector del mismo (Sabino, 1991). La crisis se asocia a los términos recesión y depresión que son utilizados en textos básicos de economía, refiriéndose al primero como un grado bajo de crisis y de crisis grave, profunda y larga para el segundo (Rodríguez, 2009).

La crisis de 2007 sacudió la teoría económica dominante y ha cuestionado las afirmaciones de la autorregulación económica. La crisis de las hipotecas sub-prime en Estados Unidos logró cimbrar el aparato financiero global en su conjunto y se ha catalogado como la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929; el rápido contagio a las principales potencias económicas precipitó al mundo a una recesión de la cual todavía no consigue recuperarse en su totalidad y mantiene vulnerable una posible recuperación.

La inyección de liquidez por parte de la Reserva Federal para sanear el sistema financiero y superar la crisis, así como el mantenimiento de las tasas de interés en niveles cercanos a cero, lograron que la recesión no se profundizara y muchos economistas dieron como superada la crisis; sin embargo, a más de diez años de su inicio, algunos economistas han comenzado a cuestionar dichas afirmaciones: ¿Qué características particulares tuvo la crisis de 2007 en Estados Unidos? ¿Por qué las políticas contra cíclicas fueron insuficientes para lograr una sólida recuperación? ¿Sería posible una nueva crisis en Estados Unidos? ¿Cuáles serían sus causas y consecuencias?

El objetivo de este trabajo es dar respuesta a los cuestionamientos antes planteados por medio de explicaciones alternativas a la línea neoclásica que consideran la crisis de forma endógena al modelo explicativo para señalar las particularidades de la crisis actual, el agotamiento de las políticas anticíclicas para lograr la recuperación sostenida y la posibilidad de una nueva crisis en la economía central del capitalismo moderno.


La crisis de 2007 en Estados Unidos: características generales y explicación ortodoxa

La crisis comienza oficialmente en diciembre de 2007, cuando se presenta el nivel más alto del auge previo, iniciado en noviembre de 2001, y comienza la desaceleración que termina en junio de 2009. El segundo trimestre de 2007 fue el epicentro; en abril la New Century Financial Corporation, un prestamista hipotecario líder, se declaró en bancarrota, lo que ocasionó que otros prestamistas con características operativas similares comenzaran a cerrar; las calificadoras habían reducido su puntuación, catalogándolos como deudores de alto riesgo, situación que generalizó la desconfianza sobre el sistema financiero (Duca, 2013). Para el verano de 2008, Fanny Mae (Federal National Mortagage Association) y Freddy Mac (Federal Home Loan Mortagage Corporation), dos empresas promovidas por el gobierno para lograr objetivos de vivienda, presentaban pérdidas importantes y el gobierno de G. W. Bush realizó una inyección significativa de dinero, pero sin respaldar totalmente sus fondos comprometidos, aumentando la desconfianza ante el riesgo de impago y precipitando los precios de la vivienda y otros activos financieros (Krugman, 2015).

La reducción de los precios de la vivienda comenzó desde finales de 2006. La disminución en principio fue moderada (3%), sin que el riesgo de impago aumentara considerablemente. No obstante, a principios de 2007 la caída de precios se aceleró (15%) sin que los préstamos se detuvieran en todo el sistema hipotecario, porque la caída aún estaba focalizada en los estados con las mayores burbujas inmobiliarias. Una vez generalizada la caída de los precios, las pérdidas tanto para prestamistas como deudores se hicieron evidentes y los precios de la vivienda comenzaron una espiral descendente que se difundió al resto de mercados financieros por el restringido acceso a nuevo crédito; esto resultó en una crisis de liquidez, que en algunos casos se transformó en insolvencia (Krugman, 2015).

Con la imposibilidad de restructurar la deuda y con el fracaso en mente del rescate de las inmobiliarias federales de promoción de vivienda se decidió dirigir un rescate que no dejara dudas de que las deudas estaban correctamente respaldadas; entre los beneficiarios más importantes del rescate, se encuentran Bear Stearns, Citygroup, America Investment Group y Bank of America. El rescate total ascendió 2 billones de dólares, el equivalente a más del 14% del PNB de Estados Unidos, de este monto dos terceras partes fueron dirigidas al sector financiero y el resto se concentró en sector automotriz en tres empresas principalmente, General Motors, Ford y Chrysler, este comprometió 106 300 millones de dólares. Al monto anterior se le debe sumar 787, 000 millones que se liberaron en febrero de 2009 dedicados en su mayoría a exenciones fiscales tanto federales como locales para empresas y particulares; el resto se dedicó a impulsar la infraestructura, la ciencia, la salud. la energía, la educación, la capacitación y la protección a población vulnerable (Gutiérrez, 2015).

La crisis de la vivienda resultó en la Gran Recesión de 2007-2009 que se propagó a la economía en general por cuatro vías principales. El crecimiento de la industria de la construcción se paró, disminuyó la riqueza y, por lo tanto, el gasto del consumidor, redujo la capacidad de las empresas financieras para prestar y mermó la capacidad de las empresas para recaudar fondos de los mercados de valores; en esta situación, la inversión se contrajo y con esto el crecimiento económico (Duca, 2013). Según el Deparment of the Treasury (2012) durante la recesión el PIB real se contrajo poco más del 5%, se perdieron 8.8 millones de empleos, la deuda de los hogares llegó a representar más del 120% del ingreso real de las familias y aceleró el crecimiento del déficit fiscal hasta acumular un total de 6 billones de dólares en 2011.

Causas y soluciones de la crisis en la escuela neoclásica monetarista

La escuela neoclásica, al basar toda la explicación del sistema económico en la idea del equilibrio general, no desarrolla una teoría que explique la crisis, aunque la concibe como desequilibrios que son resultado de la falta de libre mercado provocada por la intervención estatal u otras externalidades. En este sentido, el consenso neoclásico se atribuye la crisis financiera de 2007 a tres factores clave: a) una política monetaria expansiva provocada por la baja tasa de interés que la Reserva Federal adoptó a principios de siglo como respuesta a la recesión económica del año 2001; b) una política de estímulo a la compra de vivienda que alejó los precios del punto de equilibrio; y c) una valoración incorrecta del riesgo por parte de los intermediarios financieros e instituciones reguladoras como resultado de la innovación de productos que fueron valorados de forma similar a los instrumentos tradicionales (Meltzer, 2009; Schwartz, 2009; Taylor, 2009).

En contraposición al anterior consenso, se encuentran los defensores de la política monetaria posterior a 2001 porque, a su juicio, evitó una crisis de mayor profundidad, recuperó la inversión y mantuvo la inflación controlada. Estos autores atribuyen la burbuja financiera posterior al exceso de ahorro en países de reciente industrialización de Asia con grandes superávits que alimentaron los fondos de inversión alterando los precios, la demanda y, sobre todo, la percepción de riesgo de los agentes económicos, orillándolos a tomar decisiones alejadas del óptimo de mercado (Greenspan, 2008a, 2008b y 2010; Khon 2009). Otro factor al que se le da gran importancia es la existencia de actores financieros preponderantes que pueden sacar provecho tanto de información privilegiada como de su poder de mercado para ocultar y realizar movimientos que pueden desestabilizar economías sanas con la finalidad única de obtener mayores ganancias; este factor se denomina Moral Hazard o riesgo moral (Brunnermeier, 2009; Bordo, 2008).

La corriente neoclásica observa la crisis, siguiendo los argumentos anteriores, como desequilibrios temporales que se resolverán por el correcto funcionamiento del mercado una vez que los agentes económicos obtengan la suficiente experiencia de valoración de los nuevos instrumentos financieros, se recupere la confianza en el sistema financiero y se eviten políticas monetarias demasiado laxas, sin contemplar la posibilidad de un cambio profundo en las relaciones económicas para ningún escenario.

Causas y soluciones de la crisis en la escuela neokeynesiana

El análisis económico de la escuela neokeynesiana acepta en términos generales la síntesis neoclásica de equilibrio general; no obstante, afirma que existen imperfecciones en el sistema que pueden desequilibrar la estructura económica en su conjunto. Dichas imperfecciones deben de ser corregidas o suavizadas por el Estado por medio de políticas públicas para evitar recesiones agudas (Berzosa, 2018).

La explicación de la crisis de 2007 neokeynesiano se construye alrededor de la crítica a las políticas de desregulación del sistema financiero a nivel internacional, muy optimistas sobre el libre mercado, que siguieron a la ruptura del pacto capitalista de postguerra. La desregulación tuvo como consecuencia la proliferación de actores e instrumentos fuera de la reglamentación estándar que lograron concentrar gran parte de los movimientos de capital financiero en el mundo sin grandes restricciones. Esto en conjunto con las políticas públicas que se volcaron a conseguir la entrada y salida de capital financiero, han creado burbujas de todo tipo alrededor del globo, en detrimento de políticas que fomentan el pleno empleo.

Los países desarrollados, en su mayoría, trataron de recuperar el crecimiento después de la década turbulenta de 1980 por medio de la reducción paulatina de la tasa de interés y el avance de la desregulación del capital financiero. El crédito barato causó burbujas financieras que, al explotar, dificultaron el empleo de la política monetaria anticíclica debido a la reducción de las tasas de interés y la rigidez del sistema para aumentar el déficit fiscal. En esta situación, si la economía y la divisa son lo suficientemente influyentes, la crisis puede ser de carácter mundial.

Los aspectos anteriores forman parte del mecanismo de la crisis de 2007. Las bajas tasas de interés en Estados Unidos en la etapa posterior a la crisis de principios de este siglo provocaron un sobreendeudamiento de las familias debido a la burbuja en el sector inmobiliario que mantuvo en crecimiento los precios de la vivienda; no obstante, al comenzar la desaceleración y las dudas sobre el aumento de los precios, comenzaron los movimientos especulativos que redujeron el precio de los activos cuestionando el pago de pasivos, en especial los de corto plazo, no solo en el sector inmobiliario sino en otros sectores, provocando una crisis de liquidez. La reducción del precio de los activos financieros de forma generalizada no solo golpeó a Estados Unidos; la crisis se transmitió rápidamente al resto del mundo debido a la globalización financiera que expuso a todos los participantes y por la fuerte influencia del dólar.

La disminución del crédito, a pesar de la reducción de las tasas de interés, provocó que la inversión se redujera no solo en el sector de la construcción, sino en muchos otros que dependían del crédito abundante de los últimos años; de esta forma, las expectativas de los capitalistas se vieron afectadas, retrasando los gastos de inversión y profundizando la caída del crecimiento. A pesar de la profundidad de la crisis, se asegura que la correcta intervención del Estado y la fuerte inyección de liquidez, tanto para recapitalizar el sector hipotecario como para incentivar la inversión, evitaron una larga y profunda depresión. No obstante, se señala que la pérdida de la tasa de interés como instrumento anticíclico por el abuso de los últimos años debe ser suplida por el aumento del gasto público para evitar una futura recaída.

Las soluciones se centran en una recapitalización del sistema financiero de forma coordinada entre las grandes economías para que el sistema financiero recobre la confianza y fluya el crédito de nuevo, una reforma del sistema regulatorio de las instituciones financieras que incluya las características del sector financiero no bancario y un aumento del gasto público que reactive la creación de puestos de trabajo a niveles cercanos al pleno empleo. El problema de esta solución es que no depende de ninguna economía nacional en particular, sin importar si es la más grande como Estados Unidos; la única forma de una recuperación estable y vigorosa es la coordinación de políticas expansivas de las grandes potencias.

En definitiva, las ideas neokeynesianas, al aceptar el dogma del equilibrio general, reducen la crisis a un problema de confianza entre los agentes generado en el sector financiero y que logra desequilibrar la oferta y la demanda agregadas. Sin la correcta intervención del Estado, esta puede prolongarse y profundizarse. La explicación carece de un análisis de la relación entre el sector financiero y el sector productivo, porque en la visión de equilibrio general el dinero solo es un velo que no influye sobre la determinación de precios de equilibrio ni crea demanda agregada. Por lo tanto, para evitar una crisis de liquidez prolongada, provocada por las bajas tasas de interés de los últimos años, se debe incrementar la demanda efectiva por medio del gasto de gobierno y permitir que una inflación moderada promueva la inversión y el consumo. Las propuestas de solución se consideran válidas porque han demostrado históricamente su eficacia para prevenir grandes depresiones, pero no se especifica en qué situaciones son efectivas o para qué intervalos temporales serán eficaces.

El modelo de equilibrio general es incompatible con la existencia de las crisis y, por lo tanto, es rebasado para definir con precisión sus causas, consecuencias o posibles salidas. No obstante, existen alternativas heterodoxas basadas tanto en el pensamiento keynesiano como marxista que plantean la crisis como parte integral del sistema económico y la definen para distintos niveles de agregación y diferentes horizontes temporales, por ende, ofrecen una mejor imagen de la realidad económica actual. Para la corriente marxista y otra vertiente de la keynesiana, la crisis siempre ha sido central porque se considera un fenómeno característico del capitalismo y, por lo tanto, la incluyen como parte integral del modelo explicativo del comportamiento económico.


La crisis económica en Marx y Keynes como factor endógeno al sistema

La mención de la crisis en Marx se encuentra a lo largo de su obra y reconoce múltiples causas como: subconsumo o sobreproducción, desproporcionalidad sectorial y movimientos descendentes de la tasa de ganancia. Sin embargo, las primeras perturbaciones se consideran parte de la naturaleza del capitalismo por la separación física entre ventas y producción, y la producción individual de organización anárquica que hace difícil los estados de equilibrio, pero no como las causantes únicas de interrupciones severas en el funcionamiento del sistema. La variable principal que mantiene al sistema en constante crecimiento es la tasa de ganancia y su disminución en términos generales puede provocar que los demás desequilibrios se agraven hasta provocar que la reproducción ampliada del sistema presente serias dificultades, deteniendo la acumulación de capital (Shaikh, 2006).

La ganancia para Marx es central porque es la variable que posibilita a los capitalistas invertir en nuevo capital para llevar al sistema al constante crecimiento y la que, por medio de la competencia, provoca el avance tecnológico del sistema. La tasa de ganancia se entiende como la relación entre la plusvalía y el capital total invertido, es decir, que depende del tiempo de trabajo no retribuido al obrero dentro del proceso productivo y la inversión en capital total, en concordancia con la ley de valor que afirma que el único excedente económico proviene de la explotación del trabajo dentro del proceso productivo haciendo evidente que la causa original de la crisis es el conflicto entre el trabajadores y capitalistas.

El mecanismo de transmisión de la crisis se describe de la siguiente forma: la necesidad de obtención de excedente, el conflicto salario-beneficio que evita la extracción libre de cualquier nivel de plusvalía y la competencia entre productores marcan una tendencia de acumular capital a una tasa mayor a la que crece la plusvalía apropiada por el capitalista, lo que reduce la tasa de ganancia en el largo plazo, provocando que la inversión y el crecimiento disminuyan. No obstante, la tendencia no se considera constante y existen circunstancias que logran contrarrestarla como son: el aumento de la explotación del trabajo, la reducción del salario por debajo de su valor, el abaratamiento del capital constante, la sobrepoblación relativa, el comercio exterior y el aumento del capital accionario. En otras palabras, la tendencia general y más importante del capitalismo es la disminución de la tasa de ganancia en el largo plazo, pero el capitalismo tiene múltiples mecanismos para detener o revertir el proceso, abriendo la posibilidad de grandes fluctuaciones en el proceso de acumulación.

La crisis para Marx es un estado característico del capitalismo que genera fluctuaciones en la acumulación que tienden a presentarse de forma recurrente en el corto y en el largo plazo, tanto por la separación temporal entre compras y ventas como por la configuración de toma de decisiones de producción e inversión individuales, pero sobre todo por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en el largo plazo y la aplicación de mecanismos que contrarrestan la disminución.

Keynes, por su parte, escribe su principal obra alrededor de la crisis, la cual percibe como un cambio abrupto de las relaciones económicas que llevan al sistema de una tendencia ascendente a una descendente, que se puede extender hasta convertirse en una depresión. El cambio se explica por una variable, la eficiencia marginal del capital, que se entiende como los rendimientos esperados por una nueva unidad de capital. Así, al reducirse la eficiencia marginal del capital, la inversión y el crecimiento económico disminuyen y el desempleo aumenta (Keynes, 1936).

El mecanismo se transmite al sistema de la siguiente forma: durante el auge económico las buenas expectativas aumentan la inversión y el consumo, incentivando con ello la demanda agregada y llevando la inversión por encima de las expectativas reales, lo que disminuye los rendimientos futuros de la inversión. En la fase de crisis, las expectativas no realizadas retrasan los gastos de inversión y se reducen el empleo y el consumo, hasta disminuir las expectativas sobre los rendimientos futuros de la inversión y el gasto de inversión de forma generalizada por el aumento de la incertidumbre. Las malas expectativas sobre los rendimientos detienen las compras de acciones y activos financieros, en un primer momento, precipitando una ola de ventas de acciones y bonos que reduce los precios y reduce aún más la inversión, el empleo y el consumo llegando a un punto de recesión.

La situación recesiva puede alargarse, no obstante, al ser la demanda agregada la que determina la oferta del sistema Keynes supone que, al incentivar la demanda desde el Estado las perspectivas sobre futuros rendimientos por parte de los capitalistas pueden mejorar; esto último acompañado de una política monetaria que evite el aumento de las tasas de interés en la etapa posterior al desplome del precio de los activos, debería llevar al sistema a un nuevo ciclo de crecimiento para evitar una recesión profunda.

La explicación keynesiana y la marxista observan la crisis como un fenómeno que es recurrente en el capitalismo, pero que se explica de forma diferente. Para Keynes las expectativas de los capitalistas sobre los rendimientos esperados, que determinan a su vez el nivel de inversión, no tienen que coincidir con los niveles reales de beneficios, lo que crea un sistema errático de decisiones que hace un sistema inestable. Por su parte, la crisis en Marx, además de identificar las fluctuaciones que pueden causar la toma de decisiones errática del sistema, agrega la tendencia decreciente de la tasa de ganancia de largo plazo como un proceso que resalta las contradicciones del proceso de reproducción ampliada del capital y da paso a grandes oscilaciones en los ritmos de acumulación económica.

Keynes observa el fenómeno de la crisis como evitable si el Estado conduce el nivel de inversión a nivel de pleno empleo incentivando la demanda en el momento en que las expectativas de los empresarios se afecten y disminuyendo su gasto en el momento en que las perspectivas sobrepasen la realidad. En contraste, Marx, observa el proceso de crisis como inevitable porque expone las contradicciones estructurales del sistema, pero observa el traumatismo como un potencial proceso de transformación que abre paso a que la acumulación se reactive, permitiendo un nuevo ciclo largo de crecimiento.

La diferencia en las dos concepciones radica en el objetivo de los modelos explicativos. Keynes se concentra en la crisis de corto plazo ocasionada por diferencias entre oferta y demanda agregadas, que es determinada por decisiones sobre la demanda esperada, que tienden a igualarse por medio de movimientos en el nivel de utilización de la capacidad instalada; cuando los movimientos de capacidad utilizada son eficientes y logran la tendencia a igualar la oferta a la demanda efectiva de la economía se presentan periodos de crecimiento estable sin grandes fluctuaciones en la acumulación de corto plazo.

Por otro lado, Marx reconoce la existencia de los ciclos de corto plazo, pero explica también el funcionamiento económico de largo plazo que depende del nivel general de la tasa de ganancia que depende, a su vez, de factores que se mueven lentamente como el grado de explotación, el nivel tecnológico y el nivel general de la capacidad instalada (Duménil y Lévy, 1999). Por lo tanto, se pueden distinguir dos tipos de crisis que necesitan de acciones diferentes para su solución y con consecuencias distintas. Sobre esta idea, en los siguientes apartados se hace un esfuerzo por integrar de manera básica las ideas centrales sobre las crisis de corto y largo plazo y su interconexión en el capitalismo actual, razonamiento que se ha desarrollado en las últimas décadas para conciliar las ideas keynesianas y marxistas y dar una explicación integral de los ciclos económicos adaptada a las condiciones actuales de la economía.

El corto plazo, crisis y dinero

El requisito para que se presente un proceso de crecimiento estable en el corto plazo es la tendencia de la demanda y la oferta agregadas a igualarse. En el corto plazo las decisiones productivas se dan con base en la tasa de utilización de la capacidad instalada y en función de la demanda esperada porque los acervos de capital se consideran fijos y los cambios en su nivel lentos; en este mismo sentido los precios no son determinantes en el corto plazo porque su ajuste se considera más lento y las decisiones de endeudamiento se ajustan a las necesidades de inversión por medio de la canalización del ahorro vía los créditos bancarios o emisión de bonos y acciones; el financiamiento se otorga con base en los balances y la solvencia de cada empresa (Duménil y Lévy, 1999). En el análisis de corto plazo la inversión depende, por un lado, de los recursos propios con base de las ganancias generadas y, por el otro, del ahorro disponible que tiene como origen el capital dinero acumulado con base en dichas ganancias; el entramado institucional que permite la emisión de dinero y el aumento de los fondos disponibles para los capitalistas es un factor que se considera básico, pero que tiene mayor influencia en el largo plazo (Duménil y Lévy).

La capacidad utilizada del capital tiende a mantenerse por debajo del 100%, debido a que la organización individual de la producción mantiene la demanda agregada inestable y es necesaria una capacidad subutilizada lo suficientemente grande para permitir ajustes durante el proceso productivo. En este sentido, también se considera necesario un nivel de ocupación inferior al de pleno empleo para absorber aumentos de la demanda sin que el salario nominal aumente rápidamente.

Las decisiones de inversión en el corto plazo se concentran en la cantidad de capital circulante y el nivel de empleo necesarios en cada periodo que se determinan, a su vez, en función de la demanda esperada. La inversión que se dedica a ampliar el stock de capital se determina en el mediano plazo en función del nivel de la tasa de ganancia, que resulta de factores que se mueven más lentamente y se consideran de largo plazo. Siguiendo el argumento anterior, las crisis causantes de los ciclos de corto plazo presentan un mecanismo como el siguiente: durante el auge, las empresas individuales cubren la demanda y su aumento incrementando los turnos de trabajo y el capital circulante puesto a producir; de esta forma, al aumentar la tasa de utilización y disminuir la tasa de desempleo, los salarios comienzan a presionar por aumento general, situación que disminuirá la tasa de ganancia del sistema, la inversión y el crecimiento. Sin embargo, en un estado normal de expansión con un nivel general de ganancia alto, estas caídas de la tasa de ganancia deben ser temporales; el nivel alto de ganancia permite mayor capacidad de reacción y provoca que los capitalistas se adapten a las nuevas condiciones al reducir las presiones sobre la tasa de ganancia por medio de inversión en capital ahorrador de trabajo en el mediano plazo.

Por otro lado, el crédito en el corto plazo es indispensable para agilizar las compras y ventas en el sistema ayudando así a que la demanda y la oferta agregadas tiendan a la igualación; no obstante, la tasa de interés transfiere parte del plusvalor producido en la industria al sector financiero; por ende, un aumento súbito de las tasas de interés en el corto plazo, provocado por el aumento de demanda de crédito, puede ser el segundo motivo que propicie una crisis de corto plazo al afectar la ganancia neta, la inversión y el crecimiento de la oferta. No obstante, en un contexto de alta tasa de ganancia, esta reducción debe ser fácilmente corregida dada la mayor disponibilidad de recursos propios para financiar el crecimiento y, así, la competencia llevará a aumentar la oferta de fondos prestables rápidamente regresando la tasa de interés a niveles inferiores. En este escenario, las políticas keynesianas anticíclicas que prevén una disminución de las tasas de interés fijadas por el Estado para presionar una reducción de las tasas de interés de mercado puedan ajustar la tasa de ganancia neta para evitar que el estrangulamiento de esta se prolongue y se reactive el crecimiento económico.

Las ondas largas y el mercado de dinero

Las decisiones en términos del nivel de capacidad instalada que se gestan en el largo plazo se rigen por la tasa de ganancia neta, que depende, a su vez, de la tasa de plusvalor y de factores institucionales que determinan la estructura financiera y fiscal que influye en el establecimiento de los niveles de oferta monetaria y la disponibilidad de fondos para los capitalistas en especial los de largo plazo. En este horizonte de tiempo, la competencia capitalista moviliza los capitales entre sectores y empresas para aprovechar la diferencia entre las tasas de ganancia existentes a lo largo del sistema y obtener mayor beneficio; esto provoca una tendencia a la igualación de las tasas de ganancia alrededor de la tasa media y, también, de las tasas de capacidad utilizada de capital instalado. Los precios en este espacio de tiempo se vuelven relevantes en la toma de decisiones capitalistas porque señalan los desequilibrios entre oferta y demanda agregadas persistentes; los salarios reales se consideran poco flexibles, pero el salario nominal se puede ajustar al movimiento relativo de precios de los bienes de consumo (Duménil y Lévy (1999).

El nivel de extracción de plusvalía depende de la relación entre los incrementos salariales y de los aumentos en la productividad que obedece, esta última, a la elección de la técnica productiva y la configuración del mercado laboral que determina las características de la demanda de trabajo, pero también de factores que influyen en las características de la oferta de la fuerza de trabajo y la formación del ejército de reserva industrial, es decir, la formación de la remuneración real media de largo plazo depende además del nivel de productividad resultante de la técnica utilizada en la producción, de la configuración de la oferta de fuerza de trabajo que determina su escases o abundancia relativa y, por ende, su capacidad de presión en el conflicto salario-beneficio y su influencia sobre el nivel de plusvalía del sistema.

El nivel de inversión depende del nivel de ganancia media que marca sus límites, pero también de factores como las posibilidades y facilidades de financiarla en el largo plazo por medio de emisión de capital accionario y de deuda, además de la absorción de ahorro disponible a través del crédito bancario (Duménil y Lévy, 1999).

La presencia de grandes fluctuaciones en los niveles de inversión y crecimiento económico en el contexto de largo plazo se explicaría por la reducción tendencial de la tasa de ganancia que es resultado de dos factores: 1) la participación salarial y, por lo tanto, la participación en las ganancias que se determina por el grado de desempleo y el equilibrio de poder entre trabajo y capital; 2) la relación capital-capacidad que se determina por la elección de la técnica derivada del imperativo de reducción de costos impuesto a las empresas individuales por la competencia (Shaihk, 2016). La relación entre producto total y el producto total a capacidad normal utilizada es otro factor que puede generar fluctuaciones en la tasa media de ganancia, pero dado que la capacidad utilizada entre las distintas unidades productivas tiende a igualarse con la capacidad normal este factor se considera cercano a uno en el largo plazo en condiciones de crecimiento económico.

Es en este sentido que se consideran las ondas largas como un proceso inherente al capitalismo debido a que al ser la tasa de ganancia la fuerza motriz de la inversión es esta la que marca los límites de acumulación y las características que enmarcan el conflicto salario beneficio a la cual se encuentra supeditada. En este caso el entramado fiscal y monetario puede suavizar la crisis e incluso prolongarla por tiempo indefinido, pero al mismo tiempo estará deteniendo la recuperación de la tasa, la transformación del aparato productivo y, por lo tanto, del crecimiento del sistema a los niveles anteriores a la crisis.


La crisis de 2007 en Estados Unidos: características, causas y consecuencias

El New Deal significó para Estados Unidos un nuevo pacto entre el Estado y la clase capitalista que definió una estructura económica keynesiana o de socialdemocracia, estimulada directamente por el gobierno para lograr niveles cercanos al pleno empleo, además se modificaron las pautas de consumo y reproducción de la fuerza de trabajo para hacerlas acordes al capitalismo de producción en masa. Los mecanismos para lograrlo fueron: 1) La regulación del mercado laboral y la legalización de la representación obrera para negociar los salarios; 2) La inversión en infraestructura pública, para contribuir a elevar la productividad del sistema y conectar el mercado interno, así como para proporcionar mano de obra abundante para la gran industria a través de la migración interna; 3) Aumento del gasto en seguridad social y el salario indirecto de forma que generará una oferta laboral y consumos obreros estables para la oferta creciente de mercancías (Coriat, 1982).

Por otro lado, el pacto de las naciones capitalistas posterior a la Segunda Guerra Mundial logró fomentar el comercio por medio de la estabilidad monetaria internacional. Dicha estabilidad se consiguió con el compromiso de fijar los tipos de cambio de las monedas nacionales al dólar y el dólar se hacía intercambiable a una determinada cantidad de oro, con lo que se fijaba un límite teórico a la impresión de dólares, pero convertía al dólar en la moneda de curso mundial (Chapoy, 1983).

Con esta configuración, el estímulo fiscal incentivó la inversión productiva y el crecimiento de la oferta fue fácilmente absorbido por el incremento sistemático de los ingresos de la clase trabajadora y el aumento del comercio mundial. El ascenso de los costos salariales fue compensado por un incremento de la productividad resultado de la implementación de nuevas técnicas productivas basadas en la línea de producción de tipo fordista y la organización científica del trabajo a lo largo del sistema, permitiendo un periodo de largo de crecimiento (Coriat, 1982). Además, el alto nivel de la tasa de ganancia permitió superar las crisis cíclicas o coyunturales relativamente rápido por la abundancia de recursos propios disponibles en manos de los capitalistas para afrontarlas.

En la primera mitad de la década de 1960, la tasa de ganancia comienza a decrecer debido a la desaceleración de los incrementos de productividad con relación a los incrementos salariales (Duménil y Lévy, 2007). No obstante, la acumulación continuó como resultado de un estímulo fiscal constante que logró detener la caída de la tasa de ganancia mediante el incremento del uso de la capacidad instalada por encima de su nivel normal, el resultado fue un sobrecalentamiento de la economía y una inflación.

El proceso de crisis de los años setenta provocó un giro de política económica apoyado en las ideas neoclásicas que aseguraban que la inflación era provocada por los grandes déficits fiscales que buscaban el mantenimiento del pleno empleo, que hacía rígido el mercado laboral y los ajustes salariales. La inversión y la productividad se habrían reducido también por la exagerada intervención del Estado en los negocios que impedía expresar la verdadera voluntad individual y, por tanto, evitaba la correcta autorregulación del sistema (Ceceña, 1984).

Con estas ideas como respaldo, el ala conservadora de la política estadounidense logró un cambio político en 1980 y con la elección de Reagan se puso en marcha el plan de recuperación económica que se concentraba en los siguientes puntos: 1) Reducción del déficit fiscal centrado en la reducción del gasto social, pero con un aumento progresivo en el gasto de defensa y reducción de la tasa impositiva a los empresarios; 2) Imposición de límites a la intervención estatal por medio de la cancelación de supresión de dependencias consideradas innecesarias e ineficientes, además de la eliminación de políticas, controles y reglamentos a los negocios privados en especial los financieros; 3) Aplicación de una política monetaria restrictiva para combatir la inflación; y 4) Fomento del libre comercio y sobre todo del libre flujo de capitales internacional bajo el liderazgo de Estados Unidos y el dólar (Bouzas, 1982).

Durante el gobierno de Reagan, la transformación se consolidó a lo largo de la década de 1980 y provocó una lenta e inestable recuperación del crecimiento, el desempleo creció siguiendo la tendencia de los últimos años de la década anterior y logro detener el crecimiento sistémico de los salarios; el déficit público y el déficit externo aumentaron progresivamente, pero la inflación comenzó a detenerse. La reducción de impuestos puso a disposición de los capitalistas nuevos recursos con lo que se recuperó un crecimiento modesto, pero con el crecimiento aumentó la demanda de importaciones como resultado de la apreciación del dólar debido a las altas tasas de interés, además de aumentar el déficit público con la reducción de la recaudación (Ceceña, 1984). Sin embargo, la reducción de las presiones salariales y la estabilización de la tasa de ganancia crearon las condiciones para la recuperación económica con base en la precarización del mercado laboral y la reducción del salario indirecto por el recorte al gasto social.

La década de 1990 observó la consolidación de las nuevas políticas económicas que se vieron reforzadas por la integración de nuevas tecnologías de la comunicación a la industria y a las finanzas. La nueva tecnología marcó la tendencia de la acumulación, que se concentró en este tipo de maquinaria y equipo, logrando casi una década de crecimiento con aumentos de la productividad por encima del aumento salarial, el cual permaneció en niveles reducidos que resultaron en la recuperación de la tasa de ganancia, pero sin lograr disminuir ni el déficit público ni el comercial, ni aumentar la capacidad instalada a los mismos ritmos del ciclo largo anterior.

En resumen, la recuperación de la tasa de ganancia a partir de la reducción de la participación salarial y la introducción de las nuevas tecnologías a la industria y las finanzas que lo posibilitó, alcanzó su auge en la segunda mitad de la década de 1990 donde la tasa de ganancia comienza a descender como resultado de una crisis coyuntural explicada por el aumento salarial en conjunto con un proceso de sobreacumulación del sector tecnológico impulsado por el capital bursátil. A partir de este punto, la tasa de ganancia neta se recuperó por la reducción sistémica de la tasa de interés y la globalización financiera que posibilitaron que las empresas capitalistas pudieran obtener ganancias por el apalancamiento crediticio, gracias al diferencial de tasas de interés internacionales. Con esta configuración, el estímulo financiero resulta en un crecimiento económico por encima de la capacidad normal, sin recuperar el nivel de inversión.

La sobreacumulación se refleja en el sector de la construcción con base en el endeudamiento de los hogares provocando la burbuja inmobiliaria que revienta en 2007 como resultado del fin del ciclo corto provocado por un estrangulamiento de la tasa de ganancia resultado de un aumento de la participación del salario en el ingreso y de una recuperación paulatina de la tasa de interés a partir de 2003-2004. La recuperación que se presentó en 2009 se explica por el aumento de la tasa de ganancia neta por una nueva reducción de la tasa de interés, y, además, por la inyección de recursos monetarios al sector financiero e industrial que permitió recuperar la liquidez, la demanda y la tasa de ganancia por el aumento del uso de la capacidad instalada, pero sin recuperar la inversión productiva en la misma medida.


Conclusiones

La crisis de 2007 en Estados Unidos puede explicarse como parte del mecanismo general de fluctuaciones sobre la tasa general de ganancia, pero con características particulares que se explican por las condiciones de recuperación de la última crisis estructural o de largo plazo. En este sentido se puede afirmar que, el último ciclo largo de la economía estadounidense se logró gracias a la recuperación de la tasa de ganancia con base en la reducción de los costos salariales y la obtención de plusvalía absoluta. No obstante, la tasa de ganancia no logró la recuperación a niveles de la posguerra y su nivel se mantuvo relativamente bajo, lo que también provocó que el crecimiento económico fuera menor y más inestable frente a la menor disponibilidad de recursos para hacer frente a las crisis coyunturales.

La débil recuperación de la tasa de ganancia en la onda larga (a partir de la década de 1970) también definió el destino del capital en el largo plazo privilegiando el espacio financiero como mercado preferido para valorizar el capital disponible, en especial, a partir de la crisis de la burbuja tecnológica. Con esta configuración, la deuda de las familias creció en respuesta a los bajos salarios, la baja inversión productiva y la mermada demanda agregada para alimentar la burbuja hipotecaria que finalmente estalló en 2007. En este contexto la probabilidad de una nueva crisis es alta por el bajo nivel de la tasa de ganancia y también es probable que las crisis coyunturales que se presenten sean cada vez más profundas, a menos que se presente una restructuración de la estructura social y productiva que permita una recuperación de la tasa de ganancia, la inversión y la demanda agregada de forma sostenida.

Las políticas anticíclicas de corte keynesiano son funcionales para superar las crisis coyunturales al evitar crisis profundas por medio del restablecimiento de la tasa de ganancia por la inyección de dinero, gasto de gobierno y el aumento del uso de la capacidad instalada; sin embargo, al evitar la desvalorización de capital ha obstaculizado una recuperación completa de la tasa de ganancia provocando una débil recuperación económica y ha dificultado la transformación para crear las condiciones de rentabilidad necesarias para una nueva onda larga de crecimiento sostenido.

La crisis de 2007 en Estados Unidos es una crisis de rentabilidad provocada por una baja tasa de ganancia que está asociada a la débil recuperación de esta durante la última onda larga pero no se debe a un proceso de sobreacumulación general si no sectorial y, al estar comandado por el capital financiero, toman forma de burbujas financieras altamente inestables que provocan crisis recurrentes, bajo crecimiento económico y expansión de las formas financieras de valorización de los capitales individuales, que se han mantenido en el nuevo siglo por medio de la inyección de grandes sumas de dinero por parte del Estado para evitar su colapso, pero retrasando su necesaria transformación.


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